El gobierno mundial que se avecina
Alejandro KaiserSinopsis de El gobierno mundial que se avecina
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo ha ido avanzando a pasos lentos pero firmes hacia la centralización de la toma de decisiones políticas. A lo largo de las décadas, las competencias de los Estados nación se han ido desplazando cada vez más hacia organizaciones supranacionales como la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas. ¿Esta evolución hacia constructos administrativos cada vez mayores culminará en un régimen mundial?
Vivimos en tiempos realmente locos. La opinión publicada es cada vez más uniforme y los principales medios de comunicación evitan los temas tabú o los tratan de forma muy parcial. El periodismo investigativo parece estar en grave peligro de extinción. ¡Es precisamente este correctivo —el que existan medios independientes que compiten por los lectores, exponiendo las maquinaciones de los poderosos y creando así un equilibrio entre el pueblo y los representantes de los negocios y la política— el elemento esencial de una democracia y lo que hace y asegura el atractivo de esta forma de sociedad en primer lugar!
Ahora bien, los tiempos en que los medios de comunicación independientes eran numerosos y competían entre sí para ofrecer información y diversidad de opiniones son definitivamente cosa del pasado, aunque mucha gente siga sin ser consciente de ello en la actualidad. Desde hace mucho tiempo, un proceso de consolidación mundial ha conseguido que solo unos pocos monopolios mediáticos controlen cerca del 80% de la opinión publicada en todo el mundo. Las investigaciones independientes de los órganos de publicación están siendo sustituidas por el trabajo de las principales agencias de noticias del mundo: Reuters, AFP y AP. Especialmente el periodismo de guerra, la disciplina suprema de los periodistas investigativos, donde siempre deben considerarse diferentes perspectivas, degenera en una campaña de propaganda del respectivo bando de guerra y de sus obedientes "reporteros de la corte". Al observador crítico apenas le queda la posibilidad de informarse de forma alternativa en los medios de comunicación de masas. Por eso, muchos contemporáneos críticos desarrollan una actitud resignada del tipo: "Sé que los medios de comunicación me mienten a menudo, pero ¿qué puedo hacer al respecto? Así que me atengo al 'conocimiento oficial'".
Pero, ¿estamos realmente tan indefensos a merced de los expertos y los medios de comunicación a la hora de formarnos una opinión? Con la difusión viral de Internet en las últimas décadas, las reglas del juego han cambiado considerablemente. Todo el conocimiento está disponible, ¡solo hay que buscarlo! Siempre ha sido así, por cierto. Pero antes de la era de Internet, el acceso al conocimiento era un privilegio reservado solo a círculos selectos. Ya fuera la Iglesia, la política, la ciencia o los medios de comunicación, todos tenían en común que disponían de un acceso exclusivo al conocimiento que se negaba al público en general. Esto los situaba en posiciones de poder para controlar el "conocimiento" de la gente y, por tanto, su visión del mundo y dirigirlo según sus propios intereses... Internet no ha creado más conocimiento, sino que lo ha hecho visible y accesible a todo el mundo en tiempo real.
Lo que antes estaba reservado a los periodistas ahora lo puede hacer cualquiera: ¡investigar! Buscar hechos, situarlos en el contexto adecuado, comprobar la información en busca de posibles intenciones, vincular contextos y extraer las conclusiones resultantes. La búsqueda de la verdad es similar a la resolución de un caso criminal: hay que crear posibles teorías basadas en hechos y pruebas circunstanciales. Por eso nos complace ofrecerle en este libro numerosas declaraciones verificables de los más altos funcionarios y hechos que mucha gente apenas conocía hasta ahora y que arrojan sobre los acontecimientos actuales una luz algo diferente de la que arrojan las informaciones de los principales medios de comunicación.
Vivimos en tiempos realmente locos. La opinión publicada es cada vez más uniforme y los principales medios de comunicación evitan los temas tabú o los tratan de forma muy parcial. El periodismo investigativo parece estar en grave peligro de extinción. ¡Es precisamente este correctivo —el que existan medios independientes que compiten por los lectores, exponiendo las maquinaciones de los poderosos y creando así un equilibrio entre el pueblo y los representantes de los negocios y la política— el elemento esencial de una democracia y lo que hace y asegura el atractivo de esta forma de sociedad en primer lugar!
Ahora bien, los tiempos en que los medios de comunicación independientes eran numerosos y competían entre sí para ofrecer información y diversidad de opiniones son definitivamente cosa del pasado, aunque mucha gente siga sin ser consciente de ello en la actualidad. Desde hace mucho tiempo, un proceso de consolidación mundial ha conseguido que solo unos pocos monopolios mediáticos controlen cerca del 80% de la opinión publicada en todo el mundo. Las investigaciones independientes de los órganos de publicación están siendo sustituidas por el trabajo de las principales agencias de noticias del mundo: Reuters, AFP y AP. Especialmente el periodismo de guerra, la disciplina suprema de los periodistas investigativos, donde siempre deben considerarse diferentes perspectivas, degenera en una campaña de propaganda del respectivo bando de guerra y de sus obedientes "reporteros de la corte". Al observador crítico apenas le queda la posibilidad de informarse de forma alternativa en los medios de comunicación de masas. Por eso, muchos contemporáneos críticos desarrollan una actitud resignada del tipo: "Sé que los medios de comunicación me mienten a menudo, pero ¿qué puedo hacer al respecto? Así que me atengo al 'conocimiento oficial'".
Pero, ¿estamos realmente tan indefensos a merced de los expertos y los medios de comunicación a la hora de formarnos una opinión? Con la difusión viral de Internet en las últimas décadas, las reglas del juego han cambiado considerablemente. Todo el conocimiento está disponible, ¡solo hay que buscarlo! Siempre ha sido así, por cierto. Pero antes de la era de Internet, el acceso al conocimiento era un privilegio reservado solo a círculos selectos. Ya fuera la Iglesia, la política, la ciencia o los medios de comunicación, todos tenían en común que disponían de un acceso exclusivo al conocimiento que se negaba al público en general. Esto los situaba en posiciones de poder para controlar el "conocimiento" de la gente y, por tanto, su visión del mundo y dirigirlo según sus propios intereses... Internet no ha creado más conocimiento, sino que lo ha hecho visible y accesible a todo el mundo en tiempo real.
Lo que antes estaba reservado a los periodistas ahora lo puede hacer cualquiera: ¡investigar! Buscar hechos, situarlos en el contexto adecuado, comprobar la información en busca de posibles intenciones, vincular contextos y extraer las conclusiones resultantes. La búsqueda de la verdad es similar a la resolución de un caso criminal: hay que crear posibles teorías basadas en hechos y pruebas circunstanciales. Por eso nos complace ofrecerle en este libro numerosas declaraciones verificables de los más altos funcionarios y hechos que mucha gente apenas conocía hasta ahora y que arrojan sobre los acontecimientos actuales una luz algo diferente de la que arrojan las informaciones de los principales medios de comunicación.
